EL COMPLEJO DE INFERIORIDAD Y LA BAJA AUTOESTIMA

El complejo de inferioridad está íntimamente relacionado con el desarrollo de una baja autoestima.
Este complejo se basa en una autovaloración negativa, centrando toda la atención en una supuesta menor capacidad o cualidad de la persona respecto a los demás.

En la mayoría de los casos el complejo de inferioridad se empieza a desarrollar en la infancia, en algunos casos por problemas de relación con los padres, que no han sabido en su momento detectar las dificultades del niño en su autovaloración, y en otros casos porque los mismos padres muestran una actitud de máxima exigencia respecto a los hijos que al no ser capaces de cumplir las altas expectativas de los padres empiezan a generar sentimientos de inferioridad (muchos padres abusan de las comparaciones para intentar motivar a los hijos, lo que supone un gran error).

Un niño con complejo de inferioridad se convertirá en un adulto que sufre al no poder sentirse cómodo consigo mismo, que no es capaz de hacer un juicio justo y equilibrado sobre sus cualidades y defectos y que tiende a la comparación basándose sólo en los aspectos que considera negativos de sí mismo.


En ocasiones el complejo de inferioridad se enmascara con un falso rol de superioridad: la persona, en su afán de que los demás no descubran "sus defectos", adopta una actitud de superioridad, a veces incluso de una forma un poco agresiva, como forma de protección de su mundo interior. 

El tratamiento psicológico para superar el complejo de inferioridad se basa en generar la discusión interna de la persona sobre la valoración que hace de sí mismo a priori, y un análisis de los diferentes aspectos del problema hasta llegar a un juicio más equilibrado de sí mismo.

Se basa en el principio de la autoaceptación y del descubrimiento de aquellos aspectos positivos que la persona se niega de sí misma para potenciar un cambio hacia el equilibrio interno.